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Mostrando entradas de julio, 2020

El encuentro

Un cuerpo que acariciar, unas manos que tocar, unos labios que besen con esa pasión de adolescente que solo allí se daba.  Que la lengua ruede por un cuello, unos senos, un ombligo y un sexo dulce, jugoso, deseable. Que haga que el corazón se acelere, se detenga y vuelva acelerar. Que la respiración se pare, se agite... Se calme. Que la luz de la luna dibuje su silueta sobre su cuerpo, retorciéndose de placer, escuchar que susurra su nombre, mientras observa la acción desde el balcón, sujetado de sus hermosos senos. Y de repente, esta allí, encima, en ese vaivén que ha hecho que toda la espera valga la pena, un vaivén artístico, suave, ligero... Que va acelerando el ritmo a son de una canción de fondo, que no escuchan, pero que sienten. Y da vuelta a su cuerpo, te tiene de espaldas, con el mismo vaivén, que se va volviendo más violento con cada movimiento, que hace sudar sus cuerpos. Desde allí ve su espalda, su cintura, sus nalgas. No cree que haya mejor vista. Y llega el momento

intentalo

Es fácil... Es solo sentarse frente al espejo y te dices tus deplorables verdades, tus miedos, tus fracasos, tus mentiras, tus lluvias, tus huracanes, tus porqués, tus llantos, tus alegrías, tu dolor... Sobre todo esto último. Gritarlo en un papel, en una nota, en un blog, en una red social... Y que alguien lo lea y crea que te conoce. Cuando solo ha visto de ti una estrella, en ese universo de constelaciones que llevas contigo, que sigue creciendo, y expandiéndose, y creando más galaxias, y es infinitamente cambiante. Y que lo lea alguien que se identifique contigo, en esa esquinita, dónde está oscuro, dónde no hay nadie... en aquel país que no conoces, bajo una luz tenue sobre tu cabeza, en aquella pesadez del día a día. Y que se deje caer, se abrigue, se sirva un café, o un cigarrillo, o un un vino, suba los pies en la mesita, y descanse en la hospitalidad que ofreces en un poema. Vamos inténtalo... Es fácil.

Conozco

Conozco Conozco el fondo De un corazon roto De una botella de tequila Y de una canción de Sabina Todos llegó al mismo tiempo. Sin quererlo, sin pensarlo...                                            A.J de la Cruz